lunes, 28 de enero de 2013

Temblores


Bien, ya va siendo hora de retomar la historia donde la dejamos.

Conforme avanzaban hacia su objetivo, ambos grupos se encontraron con una extraña niebla. Apenas perceptible al principio, pero más espesa a cada kilómetro. Y no sabían por qué, pero les daba una mala sensación.


Al caer la noche Dred y Jaka arribaron a una posada casi vacía donde los pocos comensales tenían el ánimo más que ensombrecido y, cuando se dirigieron al posadero éste saltó en la barra alarmado por el tamaño y el aspecto del gigante.
-Los muertos... caminan -dijo entonces uno de los parroquianos, sombrío, pasándose la mano por el rostro.


Mientras, en un pueblo cercano, Jaiker, Nymeria y Patrik arribaban a otra. Allí era mayor el número de asistentes y más alegre el ambiente, tanto que Jaiker no tardó en empezar a flirtear con Elena, una de las camareras. Mientras, a su lado...
-Vaya, si que has crecido -comentó Patrik contemplando el cuerpo de Nymeria sin disimulo alguno.
Tras abandonar la camarera la mesa con la promesa de un encuentro a solas y de despachar de forma fulminante a Patrik, la joven aventurera y Jaiker discutieron sobre la posibilidad de resolver el lance entre tres. De improviso, un grupo de hombres armados irrumpió en la posada, con lo que se hizo el silencio entre los parroquianos.
-Buscamos a un fugitivo -comenzó el cabecilla- Sabemos que está herido y que se esconde en este pueblo. ¿No sabréis algo por algún casual?

No habían terminado de escuchar el relato del hombre sobre los muertos que caminaban cuando un grito los sacó de él.
-¡No, mi hija no! -gritó el posadero tan alarmado como aterrado.
Raudos, los aventureros lo siguieron escaleras arriba para encontrarse con ventana de la habitación de la niña hecha pedazos. Desesperado, el descorazonado posadero gritaba su nombre.
-¿Donde han ido? -preguntó Dred.
-Al cementerio -respondió entre lágrimas.
Y antes de que pudiera decir más los dos aventureros saltaron por la ventana.



-¿Y cuanto ganaríamos si lo encontráramos? -preguntó Nymeria con interés.
-Diez monedas de oro obtendrá el que nos lo traiga -respondió el cabecilla secamente.
Mientras, los parroquianos observan de reojo y en silencio. No parecían cómodos con esos hombres. Tras intercambiar unas palabras más los hombres abandonaron la posada. No tardaron mucho los aventureros en ir a dar un paseo, yendo cada uno en un dirección. Fue cuando a Patrik le dio por entrar al establo que se encontró con un hombre que coincidía sospechosamente con la descripción del grupo armado.
-Que manías tiene la gente -dijo antes de salir silbando de allí.

No, no ocurrió eso último. Vale por hoy, mañana os ofreceré un poco más. Como podéis ver estoy tratando de "ilustrar" lo que ocurre en la historia. A veces no encaja del todo, pero así el post no se queda... vacio. Y creo que queda bonito, aunque me gustaria conocer vuestra opinión al respecto.

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