viernes, 15 de marzo de 2013

Una saga legendaria


Hoy voy a hablar de una de mis sagas favoritas en el mundo de los videojuegos, The Legend of Zelda, y de mis experiencias con ella. En ésta entrada comentaré brevemente mi experiencia con cada uno de los juegos de ésta saga que he jugado, que no son todos ni de lejos, y decir un poco lo que me ha parecido cada uno.


Empecemos por el primero que calló en mis manos y que disfruté como un enano, Ocarina of Time. Sencillamente me encantó. La historia, la ambientación, la jugabilidad, todo me encantó, y eso que estaba en inglés y no me enteraba de la mitad de las cosas. Además de eso están la cantidad de cosas que lo hacían único. El manejar a Link como niño y como adulto, el montar a caballo, la cantidad de items, destacanto el gancho, que daba gusto, y la forma de manejarlo en un combate, saltando de un lado a otro, cubriéndote con el escudo, usando algún objeto para acabar con algún enemigo especialmente tocapelotas. Y las mazmorras, o templos. Muchos fans dicen que el más horrible es el del agua, pero para mi no fue para tanto. También debo decir que bastante antes de tener el juego me había comprado ya una guía. Si, bastante antes de Internet, cuando para estar al día tenías que comprar las revistas. Otro día hablaré de Superjuegos, la revista que me compraba yo de pequeño.


Y llegó Majora´s Mask, el título más bizarro, oscuro y triste de la saga. Aún recuerdo cuando me lo pillé para navidades, que estaba de salida, anunciado en la tele y todo. Estaba que trinaba. Y justo cuando lo tengo va y me dice que necesito el Expansion Pack. ¡Me cago en la puta! Ahí, en la tele en letras blancas sobre fondo negro. Cagüen la leche, que no pude tenerlo porque estaba agotado hasta Febrero o así. La experiencia en sí, peculiar. Por un lado parecía igual que el ocarina, misma consola, mismos gráficos, mismos personajes (en cierto modo), pero no tardabas en comprobar que éste Zelda, más que ningún otro, tiene su propia identidad. Los tres días para salvar el mundo, los saltos en el tiempo, las máscaras. Las Máscaras, que por si no estaba claro son el tema central del pueblo, dándonos cada una de las 28 una habilidad especial, cuando no te transformaban en otra cosa. Que disfrute convertido en un goron que parece el dueño de la carretera, un zora que surca los mares cual delfín y un... deku, menuda chufa, aunque incluso ese tenía su encanto.


El siguiente al que le eché el guante fe al Oracle of Seasons, para la Game Boy Color. Parejo con el Oracle of Ages, parecía que ni la saga Zelda se libraba de la fiebre Pokemon. Aunque no tanto como sus compañeros de la 64, también disfruté mucho éste juego, ya que siendo para la portátil te lo podías llevar por aquí. La principal gracia de éste era el cambiar de una estación a otra para poder avanzar en la historia. Hasta donde recuerdo la historia estaba bastante chula, aunque sí que era más sencilla que la de los dos anteriores. Parte de la gracia de éste juego era que recuperaba la jugabilidad de los clásicos, aunque como yo no los había jugado pues para mí era nuevo. Y la otra parte era que lo podías empalmar con su gemelo para completar la segunda parte de la historia, ya que con solo uno de los juegos, caso mío, sólo podías experimentar la primera parte. Era algo así como el Resident Evil 2, que podías pasártelo con Leon o con Claire, pero que al hacerlo se desbloqueaba la segunda parte del juego, sólo que tocaba jugarla sí o sí con el otro.


Y pasó el tiempo, un tiempo que pasé alejado de los juegos de Nintendo, pero entonces llegó la Wii, y con ella no tardé en hacerme con el por entonces último Zelda hasta la fecha, Twiligth Princess. Debo decir que me gustó mucho, pero. Por empezar por algo malo decir que me supo mucho a remake del Ocarina of Time. Si, es distinto, pero se ve, se nota, el mismo... esquema. La tierra de Hyrule, los templos, el equipamiento, sobre todo el ir a caballo, que era hasta cierto punto seña de identidad de Ocarina of Time, al menos mejoraron bastante el combate sobre nuestra querida Epona y le dieron más peso en la historia incluyendo una de las fases de la batalla final sobre su lomo. Y destacar a su favor los que son seña de indentidad de éste juego, que son por un lado el covnertirte en lobo, y por el otro Midna, uno de mis personajes favoritos de la saga. Al igual que Navi y Fay ella es tu consejera, sólo que ella, además de no acabar hasta los huevos de ella, le acabas cogiendo cariño incluso con lo borde que es contigo al principio, ya que además de tener más personalidad que estas últimas, tiene gran peso en la historia de éste juego, además de ser la responsable de que nos convirtamos en lobo.


Con el tiempo me dió por lo retro y sobre todo por la Super Nintendo, mezcla de placer retro y nostálgico para mí, y con ello me decidí a probar el que para muchos es el mejor título de la Saga, A Link to the Past. Y una de las cosas por las que destaca es que es bien jodido. Vamos, muy difícil. Y es que acostumbrado a la facilidad de la que pecaban algunos títulos de esta saga este juego me apretó bien las tuercas. Es más, debo decir que no he llegado ha pasármelo, ya que me quedé en la mazmorra final, más difícil que la madre que la parió. A ver, sí hubiera seguido me la habría podido pasar, pero la llama retro se me apagó, ya que me viene a temporadas, y desde entonces no he tenido ganas de retomarlo. Es más, de hacerlo lo haría desde el principio otra vez, ya que si voy directo allí a lo valiente con la práctica perdida saldré escaldado antes de darme cuenta. Por otro lado tampoco lo he disfrutado tanto como los Zelda que he jugado en 3d. No porque sea peor, ni mucho menos, lo que pasa es que yo empecé con esos y es a los que he cogido el gusto y estoy acostumbrado. Pero vamos, que si queréis jugar un Zelda de la vieja escuela, visto desde arriba, éste es el que tenéis que jugar.


Y por último el Zelda que hasta me compré en edición coleccionista Skyward Sword, más que nada porque lo que no me gastara en ésta edición me lo tenía que gastar en el Wii Motion Plus, así que sin dudar cayó en mis manos el mando dorado que acompaña al juego. En otra entrada que me centre más en este juego incluiré fotos mías desenvolviendo tan valioso tesoro. El caso es que me encantó, pero. Si, ya estoy quejándome otra vez. A ver, ésta vez no son fallos que se le puedan echar en cara el juego ni a sus diseñadores, pero que a mí me escaman. De la jugabilidad no tengo niguuuuna queja, perfecta. Cuando Miyamoto dijo que este juego lo empezarían por la jugabilidad lo dijo en serio. Sobre todo con la espada, la sensación que tienes de empuñar la Espada Maestra con tus propias manos, sublime. Por otro lado, lo que me escama a mí, es que hay un montonazo de buenas ideas y cosas en este juego que para mí no desarrollan lo suficiente. Cosas que las ves y las juegas y dices me ha gustado, pero me ha dejado con ganas de más, de  una versión más complicada. Eso en desafíos y minijuegos, que luego en la historia también te lo hacen y toca más las pelotas, más que nada porque te sacan cosas, cosas que dices "¡Dios mio!", te las tiran a la cara y luego no te dan ninguna explicación, se van como han venido. Sobre todo al final, los que lo hayáis jugado ya sabréis de lo que hablo.


¿Qué más puedo decir de ésta saga? La banda sonora, genial. Es algo que disfrutarás en todas las entregas que juegues. Quizá falla un poco en el último, Skyward Sword, y no porque sea mala, sino porque se empeñaron en hacerla... menos trallera. Mal, como siempre está de puta madre. Y eso de momento. Más adelante iré hablando de cada uno por separado, tomándome mi tiempo. Así que tenéis vuestras dudas, ¡ya no más! ¡La Leyenda de Zelda os espera!

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